Los habitantes del gran desierto de Jordania
Cultura y Tradición
Más del 98% de los jordanos son árabes, descendientes de las tribus que emigraron desde todo Oriente Próximo, a lo largo de los siglos. La mayoría de las tribus tienen raíces beduinas.
Moradores originales de los desiertos de Arabia, son percibidos como los representantes y guardianes de lo que significa -en su esencia – ser árabe.
La mayor parte de la población autóctona está formada en este grupo, y si bien hoy apenas unos 40.000 son considerados nómadas en sentido estricto, estos mismos llevan una vida tradicional, criando ganado y trasladándose de un oasis a otro en busca de agua. Se concentran sobre todo en la Badia, la zona de llanuras desérticas del este de Jordania.
Aunque algunos grupos de ellos se han asentado, muchos jordanos siguen teniendo un profundo apego a este estilo de vida en plenas dunas, los jordanos reivindican ser herederos de los pilares de la vida en el desierto: hospitalidad, lealtad, dignidad, orgullo y cortesía.
Modernos Guardianes
Los beduinos, están muy orgullosos de «Su Jordania», y reciben con agrado a todo el que los visita en sus viejas tierras tribales. Una gran parte de ellos se gana la vida con el turismo y muchos sienten que su misión es mostrar las maravillas de su país a nuevas generaciones de visitantes.
En cierto sentido, llevan siglos haciendo lo mismo: ofrecer pan y sal a los que lo necesitan bajo la premisa de que se les devolverá la cortesía. Hoy el dinero suele funcionar como modo de retribución, pero lo que no ha cambiado es el principio de facilitar el paso a desconocidos por territorio tribal. También perdura el “boca en boca” para dar a conocer sus campamentos más hospitalarios.
Cabe decir que en algunos aspectos se han producido cambios. Sin romantizar el nomadismo, la realidad del desierto es muy dura: camas de pelo de cabra, escorpiones, calor intenso y noches heladas, falta de comida y una sed constante. Si a esto se le añaden las complejidades de la vida moderna (educación obligatoria, urbanismo excesivo, o las exigencias de un turismo a veces duro y caprichoso), resulta obvio que la vida beduina de hoy tiene poco de simple o de libre.
Aunque muchos lamentan el fin de la época dorada de este estilo de vida, la mayor parte de la población autóctona de Jordania ve con buenos ojos asentarse y sus ventajas. Resulta normal encontrarse con un beduino hablando por el móvil en la estación de autobuses, o en viviendas de protección oficial a las afueras de Petra.
Sienten nostalgia por las historias de sus abuelos, pero no por las penurias de la vida en el desierto. La televisión, internet y los todoterrenos han cambiado sus vidas para siempre y ellos no lo lamentan.