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Nápoles y la Costa Amalfitana, auténtica belleza al sur de Italia

Nápoles es una ciudad con su belleza particular, con frecuencia eclipsada por otras ciudades mucho más monumentales o indiscutiblemente bellas del país mediterráneo. Sus formas de desvencijados edificios, el carácter de su gente o esa postal formada por hileras de ropa tendida entre angostos callejones, entre cientos de coches y motos aparcados sin orden aparente, son capaces de conquistar hasta al más experimentado viajero.

Pasear sin rumbo  por los laberínticos caminoos de Spaccanapoli, una de las tres arterias principales de Nápoles, es lo hay que hacer para empaparse del ritmo de la ciudad. Dejarse llevar por la algarabía de transeúntes, es como adentrarse en una Europa.

Se aconseja visitar algunos puntos de interés imprescindibles como la Capilla de San Severo y las impresionantes veladuras de la escultura del Cristo Velato en la la Catedral de Nápoles, la enorme y neoclásica Plaza del Plebiscito o la bonita Basílica de Santa Clara. Y sin olvidar de subir al Castillo de San Telmo, desde donde se puede contemplar una de las mejores vistas de la ciudad, una preciosa maqueta de tonos pastel en la que el Monte Vesubio destaca como en ningún otro lugar.

Para finalizar un paseo por Il Quartere Spagnolo, con sus animados restaurantes y pizzerías, mercados de productos típicos y … ropa tendida por todas las esquinas.  supondrá el broche de oro a un par de días.

Vesubio , el volcán más peligroso del mundo

Al pasar un par de días en la ciudad, habrá resultado imposible no fijar la mirada  en el impresionante Vesubio, considerado el volcán activo más peligroso del mundo por estar rodeado de una población de más de tres millones de habitantes.

Una visita es prácticamente obligada y es una de las imágenes más dramáticas que nos dejará este viaje por el sur de Italia: fumarolas, laderas de lava negra y un tremendo y perfecto cráter que harán las delicias de los viajeros más aventureros. La visita al Parque Nacional se puede hacer por libre o en excursión guiada. Y llegar hasta su cono no implica una gran dificultad, si se quiere admirar el panorama desde otros ángulos serán necesarias las excursiones por montaña.

Se puede terminar este recorrido de lugares imprescindibles es visitar Herculano, donde se que refleja la magnitud de la triste tragedia que supuso la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. El estado de conservación de Herculano es verdaderamente increíble y puede resultar incluso perturbador para algunos visitantes, pero su visita es de obligado cumplimiento para cualquier amante de la historia.

La vecina Pompeya, tal vez más famosa por el tamaño total de la ruina, constituye una visita en la que los restos no están tan bien conservados como los de Herculano, si bien por la magnitud de sus dimensiones, resulta igualmente impresionante.

Procida, una isla de película

De entre todas las islas que se bañan en la Bahía de Nápoles, Procida es, además de la más accesible y una de las más bonitas. Escenario de la película El Cartero y Pablo Neruda, lo que comenzó a aumentar su fama y, por ende, el número de visitantes que se acercaban a visitar los apenas 4 km 2 sobre los que se extiende esta isla de colores pastel y rincones en los que llevarse a casa la más perfecta de las postales.

La isla es lugar ideal donde comer pescado fresco, que llega todas las mañanas a los pequeños puertos para deleite de los visitantes.  Es recomendable hacer noche en alguno de los coquetos alojamientos de la isla y poder así disfrutarla en plenitud.

Los pueblos más bonitos de la Costa Amalfitana

Este viaje por el sur de Italia termina en la preciosa Costa Amalfitana, vertebrada por una carretera de vértigo – por su sinuosidad y por el caótico conducir de sus vehículos– que conecta el colorido Vietri Sul Mare con la Península de Sorrento.

La fama suelen llevársela el propio Amalfi o el más lujoso –y muy caro– Positano, pero no puede faltar un paseo matutino por el mercado de pescado de Vietri Sul Mare, una parada en el pequeño y marinero pueblo de Cetara o un desvío en el camino para acercarse a Sorrento.

Las vistas de la Costa Amalfitana y su serpenteante carretera hacen circular por semejante acantilado, pero hay una visita imperdible que nadie puede eludir : Villa Rufolo, un impresionante enclave rodeado de utópicos jardines que desaparecen sobre el mar, en la que destaca una enorme torre construida en el S. XIII.

En Ravello se celebra, cada verano, un festival de música y arte que conmemora la visita de Richard Wagner hizo a la ciudad en 1880, momento en el cual quedó prendado de la belleza morisca de Villa Rufolo, cuyos conmovedores jardines hoy forman parte de los escenarios principales del festival veraniego.